Foucault

Deleuze, G. (1987). Foucault. Barcelona: Paidós.

¿Quiere eso decir que no existe un adentro? Foucault no cesa de someter la interioridad a una crítica radical. ¿Existe un adentro que sería más profundo que todo mundo interior, de la misma manera que el afuera es más lejano que todo mundo exterior? El afuera no es un límite petrificado, sino materia cambiante animada de movimientos peristálticos, de pliegues y plegamientos que constituyen un adentro: no otra cosa que el afuera, sino exactamente el adentro (Deleuze, 1987 p. 128)

El adentro como operación del afuera: a lo largo de toda su obra, Foucault parece estar obsesionado por ese tema de un adentro que sólo sería el pliegue del afuera, como si el navío fuese un pliegue del mar. (Deleuze, 1987 p. 129)

El desgarro ya no es un accidente en el tejido, sino la nueva regla según la cual el tejido externo se tuerce, se invagina y se dobla. (Deleuze, 1987 p. 130)

Pero unas veces, como Raymond Roussel imprudente y buscando la muerte, se querrá deshacer el doblez, separar los pliegues “con un gesto premeditado”, a fin de encontrar el afuera y su “vacío irrespirable”. Otras, más sabio y prudente como Leiris, y a pesar de todo en la cumbre de otra audacia, se seguirán los pliegues, se reforzarán los dobleces, de desgarro en desgarro, uno se rodeará de plegamientos que forman una “absoluta memoria”, a fin de convertir el afuera en un elemento vital y renaciente. (Deleuze, 1987 p. 130)

Quizá Foucault no ha cesado de oscilar entre esas dos vías del doble tal y como muy pronto las había descubierto: la opción entre muerte y la memoria. Quizás escogió la muerte; como Roussel, pero no sin haber pasado por los meandros o pliegues de la memoria. (Deleuze, 1987 p. 131)


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